Nací en 1983, un viernes a medianoche (quizá de ahí mi inclinación por el canto del cárabo y mi pereza con el del gallo).  Estudié humanidades y filosofía, me licencié y me mastericé, pero no sentí la llamada de las aulas y los pasillos académicos me transmitieron cierto frío.  Aún así, aquella formación me ayudó a mantener la mente abierta, la mirada crítica y un deseo de vivir cual hombre libre y consciente – ¡ojalá mis canciones no me contradigan!

Con 18 años empecé con el teatro y la guitarra, y esas manías juveniles arraigaron en mí de forma irreparable.  Hacia los 30 decidí entregarme a ese camino porque es donde me siento útil y feliz (¡vuelta a estudiar!).  Desde entonces he representado una veintena de obras con papeles protagonistas o relevantes (en castellano, catalán y francés), girando por la mayoría de las provincias españolas.  He dirigido algunos montajes y he participado como actor en varios cortometrajes.  Imparto clases de clown, y seguramente esa es la más divertida y arriesgada de mis labores.

En 2020 publiqué Líneas de Fuga, un EP grabado en formato banda de rock con ciertos aires de folk (siempre dentro de la onda cantautor) y letras simbólicas, irónicas y reivindicativas.  En 2024 llegó Ceibo y Encina, un libro-disco inspirado íntegramente en la música de raíz del noroeste argentino que incluye los diarios de mi viaje por aquellas tierras.  Gracias a La Casita de Amankay, expertos en folklore sudamericano, y a los trece músicos que participaron en la grabación creo que esas canciones suenan como tienen que sonar.

Desde 2014 formo parte del proyecto Embosqadas: campamentos para adultos.  Mi aportación ahí pasa por las artes escénicas en forma de talleres, veladas musicales y narración de historias, y además me permite desarrollar y compartir otras aficiones vinculadas a la naturaleza.  Poco a poco, alrededor de Embosqadas se va formando una gran familia amante del aire libre y de jugar en grupo.

¡Ah, importante!  Cultivo una viña  Si pasáis por mi casa espero poder convidaros a buen vino… ¡y que los trasgos no me lo hayan vuelto vinagre!

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